Desde los inicios del Cristianismo, la Iglesia Católica poseyó bienes materiales, destinados a solventar el culto y las necesidades de quienes dedicaban su vida a extender la doctrina evangélica. Al principio y a causa, principalmente, de las persecuciones de que eran objeto los seguidores de Cristo, estos bienes sólo eran de carácter mueble.
Martínez Baeza, S. (1984). Notas para el estudio de los bienes eclesiásticos: los tratados. Revista Chilena De Historia Del Derecho, (10), Pág. 185–188. https://doi.org/10.5354/rchd.v0i10.25665