El discurso admonitorio que Manuel II dirigió a su hijo y sucesor Juan VIII, inserto en la tradición de los llamados -Espejos de Príncipe‖, constituye la última manifestación de este género retórico-político en el marco de la historia del Imperio Bizantino. El presente artículo se propone, junto con presentar una semblanza del emperador Manuel y abordar el contexto histórico que vio nacer su discurso admonitorio, examinar a través del contenido de la fuente la vocación de trascendencia que animó siempre a Bizancio y que no se vio amilanada por las adversas condiciones políticas que aquejaban al Imperio de entonces y que hacían peligrar su existencia. El artículo presenta además un resumen del discurso en cuestión, ajustado a la numeración original.